Bruselas: otro episodio de violencia ciega

El 13 de noviembre de 2015 y el 22 de marzo de 2016, serán fechas que la humanidad recordará con crespones de luto y mares de llanto por el derramamiento inútil de sangre de inocentes en dos ataques terroristas en Paris y Bruselas.
Aparejados a los sentimientos de pesar, va la condena unánime de la humanidad por los actos de terrorismo atribuidos al Ejercito Islámico.
Violencia ciega, condenó el Papa Francisco al ataque al aeropuerto y a una estación del Metro de Bruselas; decenas de personas perdieron la vida y dos centenares resultaron heridas.
Las cadenas de televisión se dieron prisa para, en este alarde de las comunicaciones, traer en vivo imágenes casi en tiempo real de lo que ocurría o de sus secuelas.
Impresionante ver en el piso de la terminal aérea varios cadaveres diseminados. Eran viajeros que proyectaban abordar algún vuelo y fueron sorprendidos por la explosión.
Un sentimiento de ira brotaba ante las tomas de los dos atacantes suicidas y de un tercer acompañante del ISIS que, desde un carro equipaje repartieron felices que contenían los explosivos.
No han dicho si estaban programados para explotar a determinada hora o fueron activados a control remoto.
El Estado Islámico ha hecho uso inusual de la fuerza total. Lo mismo decapitando extranjeros detenidos que con explosiones o ataques a mansalva.
Ellos reivindican sus acciones, en un pernicioso juego de la muerte, pues saben que tras ello vendrá la cacería humana.
Agrava las tensiones y agiganta la magnitud del problema un par de circunstancias.
1) Son cientos, conservadoramente, los jóvenes europeos enrolados con los islamistas y esto los hace difícil de rastrear; y
2) Operan en el corazón de Europa con cierta facilidad armamento y explosivos como para varios ejércitos.
Ademas, es innegable su entrenamiento y el grado de adiccion a su causa.
Hoy por hoy, constituyen la amenaza mas seria al mundo libre que deberá agotar recursos para lograr contenerlos y evitar el derramamiento de mas sangre inocente.

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